
Hipérbole gráfica sobre un futuro apocalíptico y amenorreico en el que quedan prohibidos “esos días” del mes.
Yo hay cosas para las que no sirvo. No es que quiera intencionadamente ser slow, es que soy torpe. Padezco de SDT (Síndrome de Desadaptación Tecnológica). Los expertos me aseguran que tendría un buen pronóstico si solo tuviera paciencia. Pero es que precisamente para la tecnología, me falta paciencia. Cuando en 1992 dejé de tener tele, ese objeto en casa de mis padres era un paralelepípedo con un mando para ver lo que eran unos 6 canales principales (3 de Berlusconi y 3 del gobierno, que 2 años mas tarde pasaría a ser de Berlusconi). Ahora cuando voy a casa de mi padre, me encuentro con una pantalla del tamaño y grosor de una sábana y 4 o 5 mandos llenos de jeroglíficos para organizar centenas de canales procedentes desde Arabia Saudí a Zimbabue pasando por los temáticos. Entiendo que el pobre de mi padre se lo montara así para no tener que ver la cara de Berlusconi cada vez que encendía la tele, pero de verdad, yo no soy capaz de dominar ese artefacto. Con internet y los móviles me pasa algo parecido: estoy siempre un tanto desinformada, desactualizada. Por eso me pasan cosas raras, como encontrarme a 3 futbolistas de la selección italiana en una fiesta y después de charlar un rato, preguntarles a qué se dedican, mientras mis amigos cabrones hacen mutis por el foro y fingen no conocerme.
Vamos, que soy obsoleta. Soy tan obsoleta que TODAVÍA menstrúo. No me refiero a que aún no esté menopaúsica, sino al hecho de que todavía tengo menstruaciones reales, esa cosa tan desagradable y pasada de moda. Fijaos que a mí, hasta me parecían algo normal, como respirar, comer, caminar. Pero hace pocos meses participé en un curso online de la Universidad de Stanford sobre contracepción llamado Contraception, choices, cultures, consequences en el que aprendí que ahora lo más “trendy” en medicina es anular las menstruaciones. En el libro Managing Contraception on the Go, de los autores Gina Secura y Jeffey Pepert, hay un capítulo muy interesante titulado Is Menstruation Obsolete? Y, mira por donde, resulta que sí. Que hoy día, entre los contraceptivos orales, las inyecciones, los parches, y los dispositivos intrauterinos realmente somos pocas las que tenemos un ciclo normal y corriente y no un sangrado por suspensión de hormonas sintéticas. El problema, nos explican pacientemente los autores, es que hoy en día las mujeres tenemos demasiados ciclos menstruales en el arco de nuestras vidas, y eso no es natural: de hecho en el paleolítico las mujeres tenían una media de 50 ciclos y nosotras llegamos a 450. La culpa es de las pubertades precoces y de lo embarazos cada vez más tardíos, escasos o ausentes. A los autores se les olvida mencionar el detalle insignificante del alargamiento de la esperanza de vida, pero se lo perdonamos: últimamente todos parecen tener una nostalgia irrefrenable para la maravillosa era paleolítica, al punto que el no va más en temas de modas dietéticas es la famosa dieta paleo (una dieta no basada en el consumo de insectos, bayas y raíces, sino en carnes de ganadería masificada, que es claramente lo mismo).

¿Algún gabinete de comunicación en la sala para ayudar a la regla con sus problemas de imagen?. [Foto vía buenasterapias]
Así que si vamos al ginecólogo por cualquier motivo entre los 13 y los 50 años, y no estamos embarazadas o intentando quedarnos embarazadas, las probabilidades de salir de allí con la receta de una píldora u otro método anticonceptivo hormonal es altísima. Se trata sólo de elegir entre diferentes tipos de píldora (a las que se les da nombres cada vez más tranquilizadores, como “mini-píldora” o “última generación”) o parches, implantes, inyecciones, DIUs, anillos vaginales …

Las mujeres tenemos un complicadísimo mecanismo hormonal que se altera muy fácilmente por factores imprevisibles, como las emociones. Eso, para la ciencia médica, es molesto y confuso.
Hay que entenderlos: hasta los médicos chinos de hace miles de años, a pesar de su proverbial paciencia, se quejaban en sus textos de que era mas fácil curar a 10 hombres que a una única mujer. Porque las mujeres tenemos una abrumadora cantidad de variables en un delicadísimo y complicadísimo mecanismo hormonal que se altera muy fácilmente por factores imprevisibles: las emociones en primer lugar. Y eso, para la ciencia médica, es molesto y confuso. Por eso nos quieren ayudar anulando los problemas en la que según ellos es la raíz de todos los males, el ciclo menstrual. Aunque no cure miomas, ovarios poli quísticos o endometriosis, la píldora o equivalente te permite dejar de notarlos. Porque si tu casa huele a gas, tu que haces? Echas perfume y te vas a dormir, no?
Si te duelen las reglas, ¡pues deja de tenerlas y no fastidies más! Que hoy nos podemos ver libres de ellas con una pildorita mágica que además no tiene ningún efecto secundario… Bueno, si, los tiene pero son insignificantes. Y sólo los padecen una minoría de unos pocos millones de mujeres. En todo caso, ¿qué son unas cefaleas, el aumento de peso, la depresión, la irritabilidad, la osteoporosis , la mala absorción de vitaminas y minerales, y la disminución drástica del deseo sexual, frente a la enorme ventaja de poder copular cuándo y cómo quieras, aunque ya no tengas ganas?

En el libro “Flow: Historia Cultural de la Menstruación”, Elissa Stein y Susan Kim
demuestran que en lugar de ser vista como un fenómeno natural e inofensivo, la menstruación ha sido demonizada y medicalizada por una cultura patriarcal obsesionada con el control del cuerpo femenino.
Imagina por ejemplo si ahora ese chico tan mono en la mesa de al lado, imagínate si en algún momento levantara la mirada de su iPad, quien sabe, así de repente…claro que sí, claro que hay que usar condón igual, todos sabemos que hay bichos mas peligrosos que los espermatozoides. Pero entonces ¿por qué no tomas nada? ¿no piensas tener pareja algún día? Si un fármaco esta a la venta y nos juran que es seguro, es porque no hace ningún daño aunque lo tomemos 15 o 20 años seguidos desde que somos niñas. El hígado se hace cargo, no te preocupes tanto por él, que esos quistes y tumores de los que hablas son benignos. Ni por el efecto de los estrógenos sobre la mama, que los estudios dicen que no hay ningún peligro. Bueno, casi ningún peligro.
Ninguno de estos detalles insignificantes puede contrastar la importancia social de este símbolo de la liberación sexual de las mujeres. Que realmente ha sido una gran conquista, aunque a quien le ha tocado la lotería es a los hombres, que se han podido lavar las manos de la responsabilidad de la planificación familiar, mientras nosotras nos encargamos de todo como las buenas mamás que somos. Una de las ventajas de los métodos hormonales más alabadas en el curso del que estaba hablando, era la discreción: las mujeres pueden ahorrarse los embarazos indeseados…sin que el marido se entere! ¿No te llama la atención cómo la píldora y afines nos hacen dueñas de nuestras vidas?
…continuará